martes, enero 15

Cursa Cinc Cims: crónica de una experiencia



La vida es corta, todos lo sabemos. Así que para ser feliz lo mejor es llenarla de cosas interesantes. La Cursa Cinc Cims de Corbera es una de ellas, creedme. Llevo algo más de 20 años corriendo regularmente y lo que he visto alrededor de esta carrera se ve pocas veces: una organización cercana y efectiva, un recorrido precioso (y muy duro), un sinfín de detalles cuidados con esmero, y por encima de todo… un ejército de voluntarios extraordinarios.
Joaquín, Mario, Àlex, Jordi y yo, 1 minuto antes de la salida. ¡Todavía hacía frío!
Los que corristeis ayer en Corbera sabéis de lo que hablo. Para los que no, aquí va mi pequeña crónica (una de tantas que ha generado esta magnífica carrera de montaña).

Salida… ¡con batukada y gigantes!
Se respira un ambiente festivo en el Polidesportiu de Corbera de Llobregat. Faltan pocos minutos para las 9h y todo son risas, fotos y gritos. Se respira optimismo justo antes de los 26 km con un desnivel positivo de 1.300 metros que nos esperan. La organización se ha encargado de animar la fiesta en su facebook, y organizando entrenos por el recorrido (¡que no se diga que no nos habían avisado!). Y, por si fuera poco, un grupo de batukada anima la salida y los gigantes del pueblo se disponen a tomar la salida. Se da el pistoletazo puntualmente y… ¡arriba!

Voy cruzando el río…
El primer kilómetro de la Cinc Cims es un aviso para navegantes: esto va de subir, subir mucho. Tanto, que lo más razonable es caminar en muchas de las subidas. Los que no vamos a luchar por los primeros puestos lo entendemos a la primera, así que cada cual trata de coger su propio ritmo. Pasamos junto al famoso ‘pessebre vivent’ de Corbera y, para mi sorpresa, allí están los figurantes, al pie del cañón, con rebaño y mulas incluidas, animando la fiesta.
Nos adentramos poco a poco en la montaña y, justo cuando empezábamos a coger el ritmo, oh sorpresa, ¡la cursa se ha parado! ¿Qué pasa aquí? Pues lo que pasa es que hay un atasco. Un pequeño colapso de corredores haciendo cola para pasar el río sin mojarse (señoritos que somos). La verdad es que el frío aprieta, así que lo de tomarse un respiro y evitar correr mojado no es mala idea del todo…

Camino de la Creu
Jordi y yo, celebrando el 'cim' de la Creu d'Aragall
Llevamos pocos kilómetros pero el camino ya se ha puesto cuesta arriba. Mientras tanto, vamos charlando. Joaquín y yo todavía tenemos ánimo para comentar la adaptación al cine de Los Miserables (se nota que aún no hacen mella los kilómetros!). Pero el perfil no engañaba, y un servidor empieza a comprobar que no se siente muy a gusto. Es lo que tiene la montaña: te guste o no, hay que subir... ¡Así que allá vamos! Pongo mi propio ritmo y dejo que algunos de mis compañeros de viaje (Álex, Joaquín, Mario) se vayan hacia delante.
Ahora sí: el camino se empina y la Creu d’Aragall (primer pico de los cinco que tenemos que coronar) se huele en la cercanía. Y entonces llega el kilómetro más duro de toda la Cinc Cims: tras una bajada sospechosa, tomamos el sendero que sube y ahí empieza lo bueno: un auténtico rompepiernas, un camino imposible trazado para evitar la urbanización y que incluye cuerdas para poder agarrarse en algunos tramos. Los isquios nos queman y las lumbares se ponen a prueba. A nadie se le ocurre correr (sencillamente no es posible, a menos que seas Kilian Jornet o una cabra montesa).
A punto de coronar el primer cim, un voluntario nos anima y nos recuerda que estamos en la parte más dura. Enseguida llega el avituallamiento, nos dice. Y por atrás se oye a alguien gritando:
- ¡Un gin-tonic!
Cuando llegamos arriba… el premio es la espectacular vista desde la Creu d’Aragall. Aprovecho para hacerme una foto con Jordi y seguimos nuestro camino.

Disfrutando de la soledad…
Tras la subida a la Creu d’Aragall, las piernas ya te dicen lo que puedes esperar de ellas. Las nuestras sufren medio kilómetro, pero parece ser que poco a poco se recuperan, y entonces volvemos a correr. Iniciamos un suave descenso –de los poquísimos descensos suaves que hay en esta carrera– y aprovechamos para charlar con una corredora. Es de Corbera y conoce bien la zona. Nos cuenta que ahora viene un tramo de bajada y luego iniciaremos la subida al tercer pico. Y digo el tercero porque el segundo, la Roca Foradada, lo hemos dejado atrás casi sin darnos cuenta.
Poco a poco, descendemos entre los valles de Corbera. Sin darnos cuenta, Jordi y yo nos hemos quedado solos: nadie delante, nadie detrás. Corremos a un ritmo sostenido de 6 minutos por km aproximadamente, sin prisa pero sin pausa, disfrutando de esa repentina soledad.
Bajando del Forrellac... y a punto de iniciar la subida al Puig d'Agulles
En esta soledad nos damos cuenta de lo bien señalizado que está el recorrido. No hay posibilidad de perderse porque siempre encontramos uno de los indicativos coloridos con que la organización ha salpicado todo el circuito.
El descenso se acaba… y llegamos a un nuevo avituallamiento. Empieza una nueva subida, y muy potente: Forrellac y el Puig d’Agulles.

Camino de la ‘Bola’
Entre los corredores de la Cinc Cims –que sin darnos cuenta nos hemos convertido en una especie de gran familia– se ha popularizado el nombre de ‘la Bola’, por la forma del radar meteorológico. Pues bien, ‘la Bola’ ya está ahí, en lo alto de la montaña: justo donde tendremos que subir en breve. Pero el camino nos lleva caprichosamente en dirección contraria, porque antes hay que subir al Forrellac y el recorrido da la vuelta por detrás.
Empieza ahora una subida pedregosa y muy exigente, seguida de una bajada complicada, también pedregosa, donde es muy fácil tropezar y caer. Llevamos cerca de 15 km en las piernas, pero ahora no vale perder la concentración, porque un tropezón aquí equivale a un riesgo de lesión casi seguro. Suerte de los voluntarios, una vez más, que se encuentran literalmente en todas partes, incluso en este rincón de la montaña, animando, haciendo fotos y advirtiéndote de posibles peligros.
Tras la subida y bajada del Forrellac, iniciamos la subida a la cota más alta de toda la prueba: el Puig d’Agulles. Ahora sí: el camino (cimentado) se empina de verdad, y toca poner las manos en los cuadríceps para subir. Pero cuando llegamos a la cima, el regalo es colosal: unas espectaculares vistas del Baix Llobregat y la sierra del Ordal. Con sus 653 metros de altitud, es la cima más alta de toda la zona. Yo no puedo evitarlo: me paro unos segundos para disfrutar de las vistas. Creo que nos lo hemos ganado, ¿no?

¡Hacia Corbera!
Coronada la ‘Bola’, ahora nos queda bajar. Pero esta bajada no es un amable sendero que te permita descansar, más bien al contrario. En realidad esta bajada se parece más bien a un barranco pedregoso, así que una vez más toca estar muy atentos para no caer. De vez en cuando, el circuito nos da un respiro y podemos correr disfrutando del inmenso valle que que queda a nuestros pies, y en el que volvemos a adentrarnos.
A medida que nos acercamos al final, las piernas empiezan a quejarse: llevamos ya muchos kilómetros de caminos pedregosos, y los tobillos reclaman también un poco de calma. Pero ya no hay tregua posible: ¡estamos muy cerca!
Antes, nos queda una nueva subida, que se nos hace exigente: el Puig Montmany. Es verdad que esta subida es algo menos abrupta que las anteriores, pero el inicio nos deja claro que no va a ser fácil. En el último avituallamiento nos lo han dejado claro: nos quedan 3 km de subida y otros 3 de bajada. Ahora nos encontramos ya en la bajada.
Pero, claro, estamos en la Cinc Cims, donde las bajadas no son precisamente para descansar…
Enseguida llega Corbera. ¡Volvemos a la civilización! Mi cuerpo ya no puede más. En la misma recta de meta una rampa me obliga a estirar. Jordi ha sufrido mucho del tobillo en los últimos km, así que se ha quedado un poco rezagado… Pero todo eso ya da igual. Estamos en la meta. ¡Objetivo superado!
Yo me olvido del reloj, de los sprints absurdos. Me lo he prometido a mí mismo: me acerco poco a poco  la meta, sin prisas, y levanto los brazos porque hoy me siento triunfador. La Cinc Cims no ha podido con nosotros. ¡Felicidades a todos!
Nos vemos, eso seguro, en la edición de 2014.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

FANTASTICA CRÓNICA !!!!!
LO IMPORTANTE ERA LLEGAR !!!
VI A GENTE LLORANDO DE LA EMOCION DE CONSEGUIRLO.
FELICIDADES A TODOS LOS QUE LLEGARON Y A LOS QUE NO TAMBIEN, PQ YA EL HECHO DE INSCRIBIRSE DEMUESTRA LA VALENTIA DEL OBJETIVO.

SeRgIo dijo...

Felicidades por la carrera compi, las carreras de montaña son duras de verdad por eso no corro ni una,jaja. Un saludo

Anónimo dijo...

jolin me ha emocionado esta cronica, me ha daddo la sensacion de estar coriendo yo... muchisimas felicidades a todos los corredores, a los primeros y a los ultimos.....
una corberense adoptiva....

Anónimo dijo...

Dorsal 126, 20 kms., no la pude acabar por rampas. el año q viene, pit i collons!
T felicito por la cronica
La verdad es q fue una experiencia inolvidable, para vivirla!!!

Anónimo dijo...

Por cierto, creo q el del GT era yo
;-)

Rubén Álvarez dijo...

Enhorabuena compañero¡¡¡

Una gran crónica para una carrera de montaña con muy buena pinta.

Esperemos que esta prueba solo sea el comienzo de un exitoso año 2013.

Un saludo desde León,

Anónimo dijo...

Buena crónica, yo no hice fotos, pero lo mereció, las hice en una prueba de la cursa en dic. y con tiempo caluroso, la cursa fenomenal, mereció la pena el sufrimiento, hay ke repetir, sigue así, tus relatos son buenos, dorsal 191.

Sito dijo...

Totalmente de acuerdo.Gran cursa , gran ambiente y recorrido muy acertado .
Un saludo

Blogger dijo...

Gracias a todos por vuestros comentarios. La Cinc Cims valió la pena. Muy bueno tener localizado al amigo del Gin-Tonic! ;)

Blogger dijo...

Gracias a todos por vuestros comentarios. La Cinc Cims valió la pena. Muy bueno tener localizado al amigo del Gin-Tonic! ;)

Cristina dijo...

Me ha gustado mucho la crónica porque soy corberenca y he podido seguir el recorrido mentalmente. Enhorabuena a todos los corredores/as.

Carlos dijo...

Amigos runners,
Estupeda crónica de la ruta, pero debo advertiros de un riesgo.

La famosa "BOLA DE CORBERA" es un potente radar meteorológico que cubre media Cataluña.
Esas radiaciones son peligrosas para los seres vivos, incluso a la distancia de Montserrat.
O sea que no se aconseja permanecer en sus cercanías.

Un saludo
Carlos M. Requejo
carlos.m.requejo@gmail.com