Apreciado cuerpo:
Hace mucho tiempo que tenía ganas de escribirte esta carta. Ya sabes que tenemos una relación muy estrecha, y después de todo ya son muchos años juntos. Pero, qué quieres que te diga, a veces tengo la sensación de que nos comunicamos poco.
Desde hace unos meses te veo algo alterado. Es normal: ya sabes que estoy preparando el maratón, y los dos sabemos que a ti lo que te tira de verdad es la línea horizontal. Y las cervecitas. Y alguna que otra siesta de vez en cuando. Y una sesión de cine. Bueno, amigo, todo eso irá viniendo, pero no ahora.
Hace unas semanas te rebelaste contra la nueva situación: que si una lesión en el gemelo, que si un pinchazo en la rodilla, que si llagas en los pies... por no hablar de algún que otro resfriado fuerte o un dolor de muelas. ¡Me amargaste las navidades! Estuvo muy feo por tu parte. Yo te compré las mejores zapatillas para que los pies no sufrieran; te llevé a diferentes fisios para que te mimaran cuando lo necesitaban; te hice una plantillas a medida. Pero ya veo que no fue suficiente.
El domingo no te hizo mucha gracia que corriéramos 30 km. (reconócelo: ¡fue estimulante!). Y cuando viste que tras esa tirada seguíamos con los entrenos protestaste de nuevo. Este mediodía me has humillado haciéndome sufrir por un par de series de 4km a velocidad de caracol...
Así que te voy a proponer un trato. Un acuerdo entre amigos. Yo te voy a dar descanso mañana, voy a escuchar tus quejas y a tratar de complacerlas. Pero tú vas a correr 32 km el domingo. Y la semana que viene vamos a ir a tope, sin prisa pero sin pausa. Ya has hecho lo peor: cuatro meses luchando contra el instinto perro y miserable de parar. ¡Esto se acaba!
En resumen, amigo, vamos a llegar hasta el final. En unos días empezaremos a reducir kilometraje, ¡pero no ahora! Yo te prometo que el día del maratón te escucharé, estaré atento a tus mensajes. No te forzaré más de lo necesario. Vamos a llegar juntos a la meta. No te preocupes: descansarás los días previos. Y te daré buenas cargas de hidratos, y fruta. Hasta llevaremos geles para que tengas de donde comer durante la carrera (¿qué más quieres?).
Pero cuando en el km. 30 empieces a protestar, no te voy a hacer caso, quiero que lo sepas. Vamos a disfrutar juntos de Sevilla, de sus calles y de su gente. Trataremos de no pensar en otra cosa que en la meta. Querrás abandonar, caminar... pero eso, mi querido amigo, tendrá que esperar.
Mañana, descanso. Aprovéchalo: ¡el domingo vamos a pasarlo bien!
7 comentarios:
fantástico ensayo... te aseguro que el día de la función, sereis buenos compañeros de reparto.
vamosssssssssssss!!!!!
Espero y deseo que tu capacidad de sugestión surta efecto..!! Ya que lo que te espera el domingo no es nada reconfortante... Aunque espero que el pacto entre ambos llegue a buen fin....!!
Dale caña y no cedas; mantente fuerte y no le escuches demasiado; su poder de convicción es muy peligroso; después de la maratón dale todos los caprichos que te pida, pero antes que se entere, y bien, de quién manda; un abrazo.
Qué grande!, jeje. Suerte el domingo, menuda tiradita!!.
Aureli estas preparando el cuerpo para librar la guerra "Sevilla", por eso haces bien en curtirlo en una y mil batallas... estoy seguro que al final te lo agradecerá, eso si siempre respetando al enemigo que también, sacara sus mejores armas a relucir.
Espero que tu cuerpo acepte el trato que le propones. Quizás tengas que mejorarle lo ofertado, pero seguro que el acuerdo se cerrara y tu cuerpo sabrá comportarse el día del maratón.
Desde luego que un cuerpo al que le han dedicado esta entrada debería darlo todo y sin rechistar en Sevilla. Muy buen, si señor. Suerte con lo que queda!
Publicar un comentario